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Nueva Toma De Posición

París, abril 1968. GRAV.

 

El GRAV es, en 1960, un grupo de pintores que quieren poner en cuestión: la noción de obra de arte, la relación entre la obra y el artista (arte controlado y no inspirado), las relaciones del artista y la sociedad, las relaciones de la obra de arte y el público (nociones de respeto de la cultura, mensaje). La transformación de esas relaciones: artista-obra, obra-espectador, arte-público, implica una transformación de las estructuras sociales que las han edificado y una devaluación sistemática de ciertos mitos que han contribuido a imponerlas.

 

Se trata de impugnar el papel excesivo de las galerías de arte y de los museos, lugares privilegiados para la venta y sublimación de las obras y de impugnar también el papel de los críticos de arte y estetas, únicos habilitados para comprender y comentar el "mensaje" artístico y en contrapartida, dar a un público no especializado la posibilidad de recibir directamente y de reaccionar espontáneamente a la obra propuesta.

 

Es entonces necesario reconsiderar el problema de la expresión plástica tendiendo a valorar de forma especial la necesidad de crear una nueva categoría de objetos que no tengan ya una relación directa con la tradicional "obra de arte"; cuadro, escultura, etc....

Este programa se realiza lentamente, pues las contradicciones, los compromisos inevitables o inevitados que implican, retrasan la realización.

 

El trabajo del grupo sobre bases formuladas y analizadas en común, permite un mayor distanciamiento con respecto a la obra personal, un análisis más objetivo de los resultados, refuerza nuestra convicción según la cual el papel del artista está sobreestimado y su obra sometida casi siempre a lo arbitrario y a la especulación; que la difusión de sus trabajos es tributaria de galerías y museos, únicos lugares donde es posible manifestarse.

 

En cada manifestación señalamos que no se trata de obras de arte y que no somos artistas, que el grupo no tiende a ser un súper-artista (tomados estos términos en su sentido tradicional) y que nos esforzamos, a través de una experimentación objetiva, a establecer nuevas relaciones con el espectador.

Construyendo un laberinto en el Museo de Arte Moderno, introduciendo el juego en nuestros trabajos manipulables, haciendo encuestas públicas, publicando manifiestos, nos esforzamos en clarificar y difundir esa posición.

 

En 1963 nos dimos cuenta de que en una sociedad de consumo, si nos contentamos con manifestarnos en el interior de las estructuras existentes, nuestra tentativa será absorbida y aniquilada y que no es necesario salir de los circuitos tradicionales si queremos ser escuchados.

Proveemos la compra de un ómnibus para hacer giras por el interior de Francia con nuestras experiencias y nuestros textos presentados en la calle. Necesitaremos mucho tiempo para realizar ese programa.

 

estas experiencias cuestan. Nosotros las asumimos en su totalidad no teniendo apoyo ni de fundaciones ni de ministerios para continuarlas. En cambio, ciertos resultados interesan a las galerías, siendo aceptadas algunas propuestas de contrato con la inevitable contrapartida de hacer el juego y de reforzar por un lado lo que denunciamos del otro.

La denuncia de eso que nos hace vivir será suficiente para impedirnos tener mala conciencia.

Seguramente no, pero un rechazo purista, teniendo como consecuencia la obligación de cesar parcialmente o totalmente nuestra actividad, viéndonos en la imposibilidad entonces de difundir nuestras convicciones y nuestras experiencias, no sería más grave aún.

Aquí intervienen los motivos nobles, los otros, menos gloriosos se refieren al amor propio o a la ambición de cada uno de nosotros.

A pesar de él, pero gracias a cada uno de sus miembros, el grupo se instala en la contradicción, rechazando como grupo lo que cada uno acepta como individuo, apreciando a veces cómo un grupo de artistas cuyas obras se venden caras y que aceptan con simplicidad el papel de pintores de moda (o casi) y a veces como un grupo de teóricos rigurosos e intransigentes (o casi) según se hable del GRAV o de quienes lo componen.

Sin embargo, a pesar de sus contradicciones y gracias a sus compromisos el grupo continúa su actividad.

 

En 1966-1967 realizamos salas de juego, recorridos, experiencias en la calle. Nuestros laberintos se decantan, dejan de ser ingeniosos recorridos donde la obra se disimula, para ser una totalidad donde experiencias y espectadores son indisociables.

 

A fines de 1967 la cuestión se plantea al fin: el grupo puede asumir esta contradicción cada vez más evidente entre sus objetivos y el comportamiento de cada uno de sus miembros.

Las condiciones en las cuales fue fundado son las mismas. El objetivo perseguido y las experiencias realizadas durante ocho años corresponden a los objetivos de partida. Si fundáramos un grupo hoy, sería el GRAV.

Nos damos cuenta claramente de que la noción obra-público comienza nítidamente a modificarse, pero las estructuras tradicionales son más fuertes que nunca así como el artista privilegiado y sobreestimado, contra el cual luchamos. Somos nosotros mismos.

 

Así, no somos ya el grupo, sino que existe el grupo y cada uno de nosotros. El grupo, entidad rigurosa que sólo acepta realizaciones experimentales, anónimas y no comerciales. Cada uno de nosotros es libre de aceptar los compromisos que le son propuestos, a condición de que sólo lo comprometan a él. Cómo salir de eso. Suprimir el grupo. Esto sería reducir a nada ocho años de esfuerzos. Ciertas ideas serian retomadas y desarrolladas por otros y daríamos razón a aquellos que sólo vieron en el grupo un trampolín personal para cada uno de nosotros. Agrandarlo. Ello aportaría para el grupo nuevos elementos, ideas nuevas, estimulantes, pero no reduciría en nada las contradicciones existentes. Reducirlo. La eficacia y el tiempo

consagrado a las realizaciones del GRAV pueden ser una prueba de vitalidad, pero las modificaciones deben ser más profundas.

 

El grupo prevé para 1968 firmar solamente las realizaciones colectivas de carácter experimental cómo "A la búsqueda de un nuevo espectador" o los ambientes de Buffalo y Saint-Paul-de Vence. Se prevén debates públicos sobre la situación y sobre las modificaciones aparecidas después de su fundación en las relaciones entre el arte y el público. Nos esforzaremos en toda ocasión en contribuir a la modificación de la relación obras-espectadores, siempre basada en criterio de la cultura, del genio y del dinero.

El grupo está presto a colaborar en todo programa elaborado en ese sentido o a aceptar la colaboración exterior de todo individuo interesado o grupo que quiera asociarse a sus experiencias.

 

París, abril 1968. GRAV.

 

 

ATELIER LE PARC - 2014